La vid
La vid vive de la interacción con su entorno natural. Cada vid interactúa con el suelo, el aire y sus habitantes. La vid absorbe el agua y los nutrientes del suelo a través de sus raíces. Sus hojas captan el dióxido de carbono del aire y, gracias a la magia de la fotosíntesis, lo transforman en azúcares que nutren la vid; al mismo tiempo, emiten oxígeno... que nos permite respirar. Pero la vid también proporciona azúcares a los hongos del suelo, que a su vez le aportan agua. De este modo, la vid vive en armonía con su entorno.
Pero la vid no crece por sí sola en el entorno. Se trata de una planta doméstica. Es el viticultor quien la planta y la dirige. Como un jardinero atento, el viticultor desempeña un papel crucial en cada etapa del crecimiento de la vid y sus uvas, dándole forma, protegiéndola y acompañándola hasta la vendimia. Es un trabajo de precisión y dedicación, en el que cada gesto cuenta para producir un vino de calidad, pero también para garantizar la subsistencia de la vid a largo plazo. De hecho, las decisiones del viticultor repercutirán a su vez en el entorno que la rodea, en lo que se da en llamar “el ecosistema del viñedo”.
En este módulo de la Exposición Permanente, tendrás una oportunidad única de ver de cerca esta interacción esencial entre la vid y su entorno a través de una espectacular cepa de vid animada.
En las pantallas integradas en el suelo, también presenciarás las meticulosas decisiones y labores de los viticultores y descubrirás cómo se afanan en cultivar las viñas: poda de las cepas, aclareo de las hojas, control de los racimos… y mucho más.
Tanto si tienes afición por el vino como si simplemente sientes curiosidad por los secretos de la viticultura, esta experiencia te abrirá las puertas a un mundo fascinante. Reserva hoy mismo tu visita a la Exposición Permanente y ven a explorar, conocer y maravillarte con este arte que evidencia los profundos vínculos entre la naturaleza y los viticultores.
Realizado gracias al mecenazgo de
© Agence Clémence Farrell, Ich&Kar, The Mill